Nuestra historia
Catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional BCIN por el ministerio de cultura del Gobierno de España y como Bé Cultural BIC por la Generalitat de Catalunya.
En acción desde el siglo XII
Más de 10.000 ciclos lunares defendiendo nuestro pueblo
El Castillo de Vilarodona se construye a mediados del siglo XII y tenemos constancia desde el año 1.157. Tras sus magníficas murallas y torreones en el altozano del pueblo de Vilarodona, se han escrito episodios críticos en diferentes momentos de la historia de nuestro país y en particular numerosas batallas desde el siglo XIV: fue asediado por las tropas de Juan II en 1.462, participó en la Guerra dels Segadors en 1.647, fue de nuevo asediado y finalmente ocupado por tropas Napoleónicas en 1.808, hubo intensas luchas en la primera guerra carlina en 1.833 defendiendo la causa de la reina María Cristina, y que culminan en su, hasta la fecha, última batalla a finales del siglo XIX durante la última guerra carlina.
Nuestra familia
viticultores desde 1.689
La familia Sanahuja propietaria del castillo y sus tierras desde hace ya muchas generaciones, ha cuidado y restaurado el castillo con el compromiso de que siga teniendo una historia de leyenda junto con las viñas que lo rodean.
Los orígenes de nuestra familia se remontan a mediados del siglo XVII en los que según consta ya se dedicaban al cuidado del campo en esta comarca. Fueron ampliando durante las siguientes generaciones el cultivo de viñedos en las poblaciones de Vila-Rodona, Vistabella y el Pla hasta alcanzar 30 hectáreas de viñedos.
Nuestro castillo fue el lagar para conservar vinos, aguardientes y comida que elaboraban de sus tierras durante el siglo XIX. A principios del XX la crisis de la filoxera abrió un paréntesis en la elaboración de vinos que se alargó debido a la guerra civil española.
Finales del siglo XX
Rescatado del olvido
El alma soñadora fue Conchita Sanahuja Junqué, primera propietaria mujer, sensible y comprometida fue quien rescató a nuestro castillo pese a las dificultades de los tiempos que tuvo que vivir para mantenerlo tras la guerra civil española.
Su hijo Enrique Pifarré Sanahuja, fue quien devolvió el esplendor a nuestra finca financiando una completa restauración tal y como refleja la fotografía tomada en 1.968.
Hoy la duodécima generación continua la tradición familiar de respeto y compromiso con esta tierra.